En la hibridez idiomática, no sabemos quiénes somos. Hablamos todas las lenguas y ninguna. Amamos en un idioma pero odiamos más en otro. Cada palabra es pensamiento y todo pensamiento es lenguaje. En esta malsana maraña idiomática nos encontramos con la belga Camille Berleur a quien decidimos otorgar el Premio Nobel Alternativo, acaso para sacarnos la espina que traba nuestra lengua. En Camila, una francófona-hispano-chileno-parlante profesional, basamos nuestras dudas respecto a qué diantres es zambullirse en las derivadas de una lengua. El dato Rosa, plagado de una solidaridad idiomática chilensis, nos azota con una cátedra sobre prejuicios lingüísticos que, además de dejar llagas en la piel, empieza a hacernos sangrar el pensamiento respecto a qué lengua es pobre , rica, mediocre o funcional. En esos intríngulis, y por acción lectocasuística de Poesíasinvergüenza, encontramos el poema de Bruno Rodríguez Cuello que nos mandó (no se sabe cuándo ni por dónde) un poema que no podemos dejar de comentar en medio de una batalla campal sobre contenido y forma. En la bitácora ruculista confesamos que nuestro uso culto del lenguaje no es más que una triquiñuela baja para ser aceptados medianamente en un sistema prejuicioso, corrupto y lleno de humanas inseguridades del lenguaje. Si el prejuicio pudiera traducirse en todas la lenguas significaría silencio, empatía y eviterna incomprensión. |
Poesíasinvergüenza
La noche llega inadvertida y reemplaza los colores
Por la oscuridad atenuada de la actividad humana
En esta noche nublada de luces apenas hay algunas estrellas
Que parecieran haber bajado y se sitúan en el horizonte
Como recordatorio de un mundo que sigue una senda inerte
Las fábricas en la distancia expulsan un humo nauseabundo
Y apenas encuentro escapatoria de la bruma tóxica
En los sueños donde asciendo a la estratosfera
Y desde donde observo la ciudad con claridad y entiendo Que el smog nos nubla la vista y entonces ignoramos
Nuestra condición de parásitos condenados por la codicia
A que por los ríos nade basura en vez de peces
A que por la sangre fluya plástico en vez de vida
Bruno Rodríguez Cuello – Chile