Ruculismo cavernario – Ana Lissardy

Tratando de alejarnos, lo único que logramos es acercarnos más, aunque no siempre sepamos si es hacia la oscuridad o la luz. Con ese viaje al interior de la caverna, estrenamos el último capítulo de esta temporada y, en el mejor de los casos, el último.
Para adentrarse en esa peripatética exploración, invitamos a la valiente caminante y poeta de grietas subterráneas, Ana Lissardy de Uruguay. Ana nos cuenta de su claustrofobia superada al interior de las cavernas y de sus nacimientos literarios en dirección a la luz espeleológica.
En Poesíasinvergüenza analizamos un poema de Luz Acevedo, quien nos manda unas décimas maravillosamente homoeróticas y polisémicas que, sin mayor talento ni decencia, terminamos destrozando con nuestras lecturas impostadas, falsas y competitivas.
En el dato Rosa , Rosa Espinoza nos trae una historia de ficción y mucho látigo cargado de deseos bajos por ganar protagonismo desde su confinamiento eco-primitivista.
Nuestros poemas sin mapas se han extraviado para siempre en las cavernas que aún no conocemos y tratamos de hacer una bitácora ruculista absurda sobre aquello.
Así como una madre sabe todo lo que nos pasa al interior, así las cavernas también saben en lo más profundo de la tierra cuál es la salida al extravío de lo que parece una oscuridad sin fin.
Busca la salida que te mereces, Ruculista; aunque pierdas la esperanza en ese atisbo llamado cruel y tiernamente, ‘imposible’.

Poesíasinvergüenza 

La oración (fragmento)

Tanta dicha hay dentro mío

que prefiero poco hablar

pa mentiras no expresar

es mejor ni mu ni pío

mayor así el extravío

de sábanas y frazadas

entre cuevas, encerradas

calladas que no nos pillen

pa que no se maravillen

de estas dos enajenadas.

Te entrego mi calza y falda

mi susurro y mi siseo

mi búsqueda mi tanteo

a lo largo de tu espalda

sí, tus nervios me respaldan

y es que el goce neuronal

por tu espina vertebral

bajó y tocó cada hueso

así leve fue mi peso

para el alzamiento astral.

Un pormenor del futuro

o el porvenir del presente

que empezó al besar tu frente

y acabó agrietado el muro

encerrado al cielo, juro

mantuve en el entretecho

y tú presenciaste el hecho

entre estos pélvicos rizos

a ti me uno e improviso

te devoré, dicho y hecho.

Mucho ansío la siguiente

versión de este acercamiento

¿Habrá precalentamiento

o puro amor exigente?

En oreja pecho y vientre

grita el poro ¡Más y más!

ay cordura dónde estás

de ti no me queda nada

por tanto estar acostadas

danzando a gradual compás.

Luz Acevedo

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