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Vianka Ceverino
Mendoza 1996
Poeta argentina. Reside en Valparaíso. Participó del colectivo de poesía y performance P.A.P. (2018). Trabaja gestionando Slam Poético Mendoza (2019). Antologada en Cuerpos Urgentes (2020), Pesos Pesados, textos gordoactivos (2021) y Reescritura de Valparaíso, L.E.T. (2021). Actualmente trabaja en el proyecto Slam de la Quinta.
Pupa
Mi corazón es una bolsa de basura
lo escarban las familias hambrientas en este país.
El tuyo, es el de un hombre
negándoles el gas a los pibes de la villa.
El de mi amiga,
es una fila de mujeres que esperan
el descuento en carnicerías,
lavadas a cloro y estropajo.
Los corazones ancianos,
son las promesas de un bienestar
corrompido ante el cambio
dirigido a un barranco.
A bordo van los payasos macabros
ellos no necesitan dualidad para vivir.
Mi vientre fecundo se deshace en pedazos.
Miro las caras llenas de ausencia.
Entramos buscando algo,
todos los asientos están vacíos.
Salimos cada vez más lastimados
de este torbellino.
Por un ala rota,
las mariposas aletean más fuerte.
Algunas de ellas renacen
de su crisálida sin boca.
Mueren de hambre,
viven un día
se lo pasan volando,
sin importar
sus cuerpos serán polvo.
Las plantas nos devoran
como la maleza a la tierra.
Mi útero será un hueso en putrefacción
marcado por los perros,
los veo fuera de rotiserías grasosas.
El otoño es un cuerpo poroso,
las hojas secas son sus huesos.
Nuestros cuerpos
son el compost,
lleno de gusanos.
Estoy descompuesta,
me duele el vientre.
Enumeramos al cuadrado,
la mezcla de la harina.
Contando migajas.
El corazón de los pobres
es una catedral incendiada.
Autómata
Podría caminar por estas calles con los ojos vendados.
Autómata, la respiración artificial, me obliga a jadear.
Autómata, el paso inerte, zapato en desnivel.
Autómata, forma androide de mi cuerpo.
Culpa, malas decisiones repetidas.
Serpientes, se comen unas a otras en la pecera.
Autómata quiero la eutanasia final en forma de pastilla.
No sentir esta piel,
como algo que no es mío.
Sé que solo me dejo llevar,
de la mano por callejones desconocidos
no tan oscuros
ya que el dolor existe
en sus días más soleados.
Autómata ante las decisiones,
las respuestas obligadas,
mi sonrisa,
acertando,
se incrustra como el plástico
dentro de la tierra.
Autómata, camino en línea recta,
mi recuerdo andino bailando a tres mil metros de altura.
Escondida en la maleza,
pesan los ojos,
pesan las manos ajenas
poco hacen sentir.
Difícil es entender,
La numeración asociada al color
Rojo es uno
Azul es dos
Amarillo estrés
estrés
estré.
Enumeró el tiempo
entenderé poco,
los párpados caídos.
Mis ojos luciérnagas del mal.
Autómata, jamás seré fuente
de vida eterna, nos resistimos
a perpetuar la primavera,
en pleno estado de efervescencia.