No te dejes llevar por lo correcto. No sigas a la razón como medida única de todas las cosas. No limites tu poesía. Mejor escucha a Olvido García, poeta asturiana, centelleante ganadora del Premio Iberoamericano Pablo Neruda y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que nos dice que el poema no tiene ningún límite, y que, además, no miente a diferencia de tantos lenguajes embusteros que nos engañan constantemente: la publicidad, la política, la industria, el entretenimiento. Nos dice que hay poesía prescindible: no sigas leyendo el libro que se te cae de las manos. En Poesíasinvergüenza, desde la inmediaciones de Santiago, un árbol de liquidámbar, en voz de Catalina Silva, hace una protesta contra el otoño por injusto y ciego. La cortopunzante Rosa Espinoza nos aconseja, con sorna culterana, que aprendamos poemas de memoria porque no tenemos mucho que decir espontáneamente. En la Bitácora Ruculista conversamos arrellanados en un sillón burgués acerca de la verdad de la poesía. Pero la verdad es un lujo que el ruculismo no siempre puede permitirse. |
Poesíasinvergüenza
Protesta del Liquidámbar.
¡Exijo que te detengas, otoño injusto y ciego!
¿Acaso no escuchas el vaivén de mis ruegos?
He desteñido mis hojas en amarillo
como ofrenda a los restos de tu sol inútil
He perforado sus corazones
regándolas de un rojo incendiario
que, empero, no logran templar tu corazón
He ordenado a mis ramas ásperas
que las sostengan hasta el final
Ellas, leales a una esperanza futura,
se lanzan en un último baile frenético y suicida
Cuando ya no queda nada,
humillado te ruego que me salves
que mantengas mi esqueleto ilusionado
A cambio
te regalo el descanso en mi alfombra de hojarasca.
Catalina Silva García – Chile