Desde las ruinas del ruculismo, el poeta chileno Sebastián Correa Duval nos invita a transitar por el asombro, la incertidumbre y la creatividad. Y desde Argentina, Alejandro Gómez Brua nos pone en la incómoda disyuntiva entre la prosa poética o el lirismo romántico. En la sección Bitácora Ruculista intentamos dilucidar qué significa para nosotros habitar poéticamente y terminamos hablando de tuberculosis y del fracaso esperanzador de la palabra.
Poesíasinvergüenza
Una serenidad inquieta
caminaba a mi lado.
Cruzamos arroyos,
tomamos piedras opacas
y las arrojamos al poniente,
intentando herir al sol.
El silencio vespertino
penetró en los valles
hasta reposar por completo
en mi pecho.
Uno por uno
los resplandores del cielo
encontraron asilo
en esta habitación oscura.
Al despuntar el alba
me asediaron llamaradas
de gritos silenciosos.
Observé entonces al sol,
y aun siendo de noche,
no pude dejar de mirar.
¡Hay luz! dijo el sol.
Al instante las piedras
mudaron de piel.
La calidez erosionó
sus corazas metálicas
y un olor a pan caliente
invadió las tenues ondas de viento.
Respiramos.
No.
Respiré
¿Dónde fuiste serenidad?
No hubo respuesta.
Pero una lágrima brotó de sus ojos.
Como una flecha
atravesó toda la tierra,
dio un saludo a los mares,
y arribó finalmente
a mis pupilas.
Alejandro Gómez Brúa – Argentina