Marta Eloy Cichocka

Cracovia 1973

Poeta y fotógrafa polaca. Autora de seis libros de poemas y dos obras sobre la novela histórica contemporánea. Ganadora del I Premio del Concurso Nacional de Poesía Halina Poświatowska (2004), I Beca Residencia Internacional SxS Antonio Machado (2016), Premio Cracovia Ciudad de Literatura de la UNESCO (2021). Es traductora de Calderón, Racine, Juarroz, Gelman o Zurita, entre otros. Coordina las Manufacturas de Poesía, talleres de traducción en presencia de los autores, y el ciclo de recitales polifónicos República Poética. Participó en exposiciones individuales y colectivas, y en diversos festivales de poesía en Polonia, Francia, España, Colombia, México, Chile y Argentina.

Árbol de Alejandra

1. 
mis poemas los hago 
con mucha paciencia 
una poeta no tiene 
apuro no debe

2. 
palabra a palabra
verso a universo
de la página a la pared

3. 
en la jaula del tiempo
un amor llama a otro
una muerte a otra muerte

4. 
la jaula se ha vuelto pájaro
qué haré con el tiempo
qué haré con el amor

5. 
en el umbral de mi mirada
crece el árbol
transparente y no 
da sombra

6. 
el tallo es un cono de luz propia 
centelleante en las tierras resecas 
entre la opacidad general 

7. 
hoy me pregunté
cómo sería el mundo si
no hubiese nacido ale
aleja alejandra

8. 
crece el bicho sin raíces
ligeramente obsesivo
descuartizado cada luna nueva

9. 
el poder poético es tuyo
lo sabes lo sabemos 
todos los que soñamos contigo

10. 
dice que no sueña 
dice que no sabe del sueño
del odio del amor 
de la muerte

11. 
ven vení quédate
un verso llama a otro 
escudo de armas parlantes
elegante y agresivo

12. 
dice que le tiene 
odio al amor 
a la muerte dice 
que se aleja

13. 
el verso se balancea 
y oscila como un barco
gracias a vos y un poco 
gracias a mí

14. 
mi bicho quién te llamó ale aleja
alejandra protectora de los hombres 
devoradora de las mujeres

15. 
dice que la muerte 
es amor es odio
dice que no
tiene sueño

16.
son tuyos o no los sueños 
o inyecciones o mascarillas
o pastillas de seconal

17. 
dice que un odio 
llama al otro dice 
que no hay odio sin 
amor dice que basta ya

18. 
quien corrió en moto y chocó
se echó al sol se desmayó pero 
nadie lo supo y ahora le duele 
todo 

19. 
ella no tolera más las 
perras palabras el odio
la locura la muerte

20. 
la maga no escribe
remedios la bella tampoco
mi bicho no sabe

21. 
quien siente mucho
se jode y no encuentra 
palabras y entonces no 
habla y es esa su condena

22. 
el árbol pagará
pagará el poema 
la jaula pagará 
pagará el bicho

23. 
el verso se balancea 
y oscila como un barco
entre el sueño y el seconal

24. 
me desnudo 
en el umbral
de mi memoria

25. 
el poema que no digo
me come y me bebe
el bicho que no nombro
me devora y me olvida

26. 
doy el salto 
de mí al alba
pero no hay luz

27. 
más allá de cualquier zona prohibida
crece el árbol para nuestra triste 
transparencia y no sabe

28. 
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome
con el bicho descuartizado

29. 
ella se canta y se encanta
ella se cuenta casos y cosas
ella se sella y se aleja

30. 
no es verdad que vendrá
un cono de luz propia al final del túnel
no es verdad que no vendrá

31. 
en la sombra del árbol
de alejandra una tribu 
de palabras mutiladas

32. 
mi bicho
fuiste tan abajo
pero no hay fondo

33. 
el árbol se ha vuelto pájaro
qué haré con el poema
qué haré con el bicho

34. 
aquí vivimos 
con una mano 
en la garganta

35. 
cúrame alejandra no hagas 
que tenga que morir 
ya

36. 
di el salto 
de mí al alba
pero no hubo luz

37. 
alejandra aleja ale
jandra debajo 
estoy yo

38. 
ven vení 
quédate
en mí

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces, Huso Editorial, Madrid 2021

el día en que me entraron
en la cuenta tres mil dólares

tribute to marcin

tengo un crédito de trescientos cincuenta mil zlotys
y llevo trescientas cuarenta mil horas en la tierra
de las que he dormido como mínimo un tercio

mido un metro setenta de altura
y tengo que pagar setenta metros
en treinta años más de dos metros por año

tengo veintiocho dientes
mi pie mide veinticinco centímetros
el día tiene veinticuatro horas

he visitado setenta y dos ciudades
he amado a nueve hombres
los he llorado a todos

tengo cuatro lenguas en la primera callo
en la segunda hablo en la tercera escribo
en la cuarta cuento sólo conmigo

tengo tres niños el primero ya nunca
nacerá el segundo nunca morirá
el tercero no me deja dormir

cada vez tengo menos tiempo cada
vez más dudas y probablemente una
única salida:

“Luz que fue sombra. Diecisiete poetas polacas”, Vaso Roto, Madrid 2021
trad. Abel Murcia, Gerardo Beltrán

el arte de vivir

hazte con un rollo de papel higiénico dos
velas cerillas cuatro cajitas de alfileres
una pluma un cuchillo algo de dinero de tres

a cinco metros de cuerda un tarrito 
de plástico con tapadera una botella de un litro
de agua no te olvides toma el silbato

un envase impermeable de bizcochos
o galletas guárdalo todo durante unos años 
en la entrada o cerca de la ventana

del dormitorio y ruega cada día para que
nunca nunca nunca nunca nunca nunca
jamás sea necesario utilizarlo

“En jaque”, Bogotá 2019
trad. Maciej Jaskot, Carmen Ruiz de Apodaca

vivir es devorar tiempo

¿qué diría el poeta sin la angustia
del tiempo? sin esa fatalidad de que
las cosas no sean para nosotros como
para los dioses todas a la par sino dispuestas
en serie para dispararlas una tras otra

como balas de cañón: que hayamos que
esperar a que se hierva un huevo a que
se abre una puerta o a que madure
un pepino es algo que merece toda
nuestra atención: y en cuanto la vida por

fin coincide con la conciencia ya es
el tiempo de realidad última y rebelde
a la lógica: vivir es devorar tiempo y
esperar a que se fría un huevo a que se
cierre una puerta o a que madure un poema

„Skrzyżowanie stu szlaków / Encrucijada de cien caminos”, Bogotá 2019, bilingüe

La velocidad de los relojes

Considerada integrante de la generación de poetas polacas nacidas entre los años sesenta y setenta, bautizada como «las nietas de Szymborska», Marta Eloy Cichocka, tiene algunos abuelos y abuelas más y peculiaridades que hacen de la suya una voz muy diferenciada de sus contemporáneas. Si bien puede decirse que aprende de la Premio Nobel la forma de intensificar en sus versos la conciencia del ser y un cierto tono irónico, Cichocka no es menos «nieta poética» de su compatriota recién fallecido, Adam Zagajewski, con el que compartía tanto la experiencia de haber residido varios años en Francia como su amor por España y por la tradición poética en lengua española. Porque en la poesía de Cichocka van a ser decisivas también esas otras influencias alejadas del entorno polaco, especialmente las de los poetas franceses, españoles y latinoamericanos. Para entenderlo debemos recurrir a su biografía. Aunque, como ella misma explica, vivió su infancia en Polonia, «todavía bajo el régimen y la ley marcial», pasó después casi diez años en Francia, donde se doctoró en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos por la Universidad de París VIII. Ambas experiencias dejarían una profunda huella en su poesía, apreciable desde la publicación de su primer libro cuando retorna a su país: La entrada de emergencia (2003), un libro no para salir, sino para «entrar más adentro en la espesura» que diría san Juan de la Cruz. Actualmente es profesora de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad Pedagógica de Cracovia y ha traducido al polaco a Calderón de la Barca, Racine, Roberto Juarroz, Juan Gelman, León Felipe, Raúl Zurita y Olvido García Valdés, pistas no menos importantes. Desde esos comienzos, y hasta en cuatro de sus libros, se pone también de manifiesto su aproximación interdisciplinar a la creación, su expresión poética y sus fotografías comparten una forma de mirar el mundo con «miksang» ese «buen ojo tibetano» que, a través de la contemplación, establece una mirada nueva, para observar lo que no se ve, para ver más allá, y detener el instante, robar el tiempo a la velocidad de los relojes. La lucha con el tiempo es otra de sus grandes obsesiones, si no la principal: «porque ese tiempo tuyo es escurridizo y no se cose fácilmente». La poesía, a diferencia de la fotografía, no sólo detiene el instante, sino que tiene la capacidad de traer el momento que estuvo, de recrear un tiempo que ya fue, de regresar hasta allí y volver a ser cuando se escribe. Su verso, de gran aliento, cosmopolita, confesional y metapoético, es un constante pulso con el tiempo, un ganarle espacio a la prisa del mundo. Su voz poética madura y se macera entre esas atmósferas expresionistas del Este y la intertextualidad con otros poetas, muchos españoles e hispanoamericanos. Como ejemplos su diálogo con Antonio Machado en Encrucijada de cien caminos (2019), libro que escribió entre Soria y Segovia gracias a la primera Beca Internacional que lleva el nombre del poeta, o este diálogo íntimo con la argentina Alejandra Pizarnik.

Amalia Iglesias Serna