Marcela Parra
Marcela Parra es poeta, compositora e intérprete musical. Ha publicado Silabario, Mancha (Ediciones del Temple 2008), Ambulancia (Cuadro de Tiza 2010), Vacaciones domésticas (Ediciones Aparte 2019) y el libro cancionero La barrera del sonido (LP5 2020). En música, ha sido integrante de los proyectos Lapsus Dei, Amapolas fritas, Clarens y Orquesta de Poetas. Como solista, ha publicado los discos Astronautas en la playa (2016), El sonido no coincide con la imagen (Discos PM 2019) y el single Sobre la frase literal (Discos PM 2022), basado en una lectura de la poeta y performista española María Salgado. Ha recibido el premio de poesía Enrique Lihn en el Concurso Nacional de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso, la Beca de Creación Literaria de la Fundación Pablo Neruda y del Consejo Nacional del libro y la Lectura, así como el fondo de Creación Literaria en 2021. Es doctora en Creatividad Aplicada y Licenciada en Artes Visuales. Se desenvuelve como experta en fomento lector y en metodologías de desarrollo de la creatividad.
Experiencia estética
Cuando tenía 7 años preguntó a sus padres:
—El perro que está ahí ¿es bonito o feo?
—feo.
Desde aquel día
ese pellejo carcomido
con su único diente
la acompañó a escondidas en el juego.
Su hocico le daba piedras y ella le daba pan.
Sentada en el baño a la edad de 23
el olor a Clorinda se lo trajo de recuerdo:
—bello.
Villanas
Pude ser la chica de los calendarios de Capel
que mi tío regalaba a mi papá en los ochenta.
La misma del taller de bicicleta del abuelo
la novia imaginaria de mi hermano
esa que mi prima dibujaba.
El vecino de la casa #640 me lo dijo
él me vio crecer desde la edad
que tienen sus dos hijas ahora
(de vez en cuando juego con ellas).
En la villa nos encuentran ricas a todas.
¿Será por el uso de material ligero
formando pliegues en casas y faldas?
¿Será que su metáfora no es el caviar
sino la Fanta con tacos de mortadela?
Qué calendario ni qué vecino.
Con mis hermanas a esas desnutridas
les declaramos lenta guerra.
Borrando sus dientes con lápiz pasta
poniendo bigotes y juntando cejas
porque mi madre rellenita cocinaba frente a ese muro.
A fines de diciembre el calendario daba risa y pena.
Sin embargo cada enero, con enemigo renovado
cargaríamos nuestros lápices para la próxima contienda.
Abundancia
Los dulces son las monedas de los niños.
Esas y de poco valor
que a los padres no les sirven y que en los bolsillos
de sus ropas diminutas son rodajas de abundancia.
Cuenta la historia que antes
la moneda más pequeña compraba un dulce
y que con unas cuantas en la palma
se entraba al mundo de los bolsillos llenos
que eran sabrosas e inacabables bóvedas.
Ahora esas monedas nada compran
al menos que acumules un puñado.
Los niños por sí solos ya no llenan sus bolsillos
y se juntan a obtenerlas. A ellas o a eso que antes
con una sola conseguían. Algunos marchan
se toman los edificios, otros asechan un turista
en el punto ciego de la calle. Y si no lo hacen
viene el cuco y se los come.