Mairym Cruz- Bernal
San Juan, 1963
Poeta, editora, traductora, columnista y ensayista
puertorriqueña (1963). Presidió el PEN-Puerto Rico (2008-2012). Dirigió
desde el 1993 al 1999 el Grupo Puertas: Movimiento artístico-literario de
fin de siglo. Presidió el V Encuentro Internacional de Escritoras en Puerto
Rico, evento realizado en 2003 donde más de 300 escritoras firmaron un
manifiesto por la paz, el 3 de mayo de 2003, cuando la marina de guerra
de los Estados Unidos salió de la isla de Vieques. Estudió un B.A. en
Psicología en Loyola University, New Orleáns (1983), y una Maestría en
Escritura Creativa, Vermont College, Norwich University (1994). Sus
poemas han sido traducidos al macedonio, árabe, croata, eslovenio,
italiano, portugués, inglés, alemán, francés, polaco y mandarín. Mairym
Cruz-Bernal vive en San Juan, Puerto Rico, es Presidenta de los
Encuentros Internacionales de Escritoras, movimiento itinerante entre
continentes. Es miembro honorario del Círculo de Escritores de Venezuela,
y sostiene alianzas de amistad con la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC) y la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). Es Integrante
del Movimiento Poetas del Caribe: Unidos por la paz (Barranquilla,
Colombia). Cruz-Bernal tiene a su haber 22 libros publicados en diversas
partes del mundo.
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Homenaje
Homenaje
Al que se acuerda de mí
al que me olvida.
Ida Vitale
Al hombre que me levanta en la mañana
y toma la presión de mi mano izquierda
mano que me ha salvado de tanta mierda
Al hombre que me preñó por primera y segunda vez
porque mi óvulo fue fecundando y aprendí sobre el amor
A mi madre alta y hermosa
porque aprendí que ser hermosa y alta no es suficiente
A la portera que me saluda con alegría
sé que espera su bono navideño
A la laguna tan señora
si me quedo quieta, nunca nadie sabrá
lo que hay debajo de mi falda
A la tortolita que por años cantó al borde de la ventana de la cocina
la aprendí a amar, por ella me divorcié de un hombre que las cazaba
A la casa de campo que una vez tuve, mejor, a la bañera de esa casa
recostada en agua tibia ensayaba el acto de parir con ilusión
nunca pude, pero aquellos ensayos deleitaban mi cuerpo pesado
A la mecedora que compró mi nuera muerta y que tengo en mi sala
porque en ella meso a mi nieta Victoria con un amor sobrenatural
A la mesa de comedor antigua
porque no desea separarse de mí
A los rostros en mis cuadros, voyeristas perversos
seguirán velándome hasta mi muerte
Al niño con quien hablo en un idioma secreto
a su padre, porque amar cobró otro sentido, el de las cumbres
A todos los que no me han amado
porque la soledad me ha ofrendado escuchar la poesía
y solo la soledad me la ha dictado
A los que me han amado
al amor, a esa intermitencia
A mi cuerpo doblado
porque he aprendido el respeto a las cosas caídas
A mis libros
mis grandes amigos inmortales
A estos pliegues que me eternizan
acaso se me permita entonces esta vanidad.
Las Palomas
Se ha cerrado mi cuerpo y tengo miedo
hoy caminé buscando un hombre
fui a la ciudad vieja en traje de escote
cuando pasé, una mujer se colocaba un prendedor
un hombre de sombrero panamá miró al cielo
dos niños siguieron jugando
subí la cuesta de la calle angosta
entré por un callejón maloliente
como una puta buscaba
nadie me vio, nadie
supe que estaba viva porque a mi paso
se elevaron las palomas
*
Se ha cerrado mi cuerpo y tengo miedo
una especie de remolino se acumula en el pecho
el cuerpo, esa metáfora orgánica de tierra húmeda
los gusanos se preparan, los siento retorcerse con mi hambre
confundo el deseo entre mis piernas con el hambre de estar viva
y tengo miedo de esas muertes
Los poetas tenemos demasiadas hambres metidas hacia adentro
tu hambre y la mía, el hambre del aire y de Dios
Se ha cerrado mi cuerpo de escorpión
soy un duro caparazón
estoy harta del mundo, de mí y de los hombres
caminé demasiado buscando
nadie, nadie en la calle me miró.
*
Nadie me vio, nadie
supe que estaba viva
porque a mi paso
aplaudieron las palomas
Como si fueras un amante te cuento…
Un pájaro se eleva tras la vereda / que hace la espuma del mar
yo lo miro absorta / desde aquellos ojos de mi niñez
todavía estoy ahí / tras el cristal / la niña mira el pájaro descender
Los cielos la acogen como a una santa / herejía de mirar los azules sin
distinguirlos /
todavía no lo hago / El cielo podría estar bajo mis pies de arena / esa otra piel
Soplo y el cristal se llena de humo / soy ahora la madre que da su seno al
hambriento /
esta otra pasión de dar pedazos de mi piel al mundo.