
Juan Tomás Ávila Laurel
Malabo 1966
Escrito de Guinea Ecuatorial. Ha publicado una obra extensa, que incluya los poemarios Poemas: Ramblas (1994) o Historia íntima de la humanidad (1999), y en prosa La carga (1999), El desmayo de Judas (2001), Nadie tiene buena fama en este país (2002), Cómo convertir este país en un paraíso (2005), Guinea Ecuatorial. Vísceras (2006), Avión de ricos, ladrón de cerdos (2008) o Arde el monte de noche (2009).
XII
No canto mi verso
para los que no leen
la letra de los campos
ni ponen los puntos sobre las íes.
Con la letra de la geografía,
alzo la vista para ver al niño
sobre la acera muerta de ciudades destruidas.
Tenéis razón,
pero antes de pan vivíamos
y sobre laureles dormíamos
hasta que los burros comieron la corona,
y ya no quedan huesos
de los que viven de palabras.
Dios.
Ríos
Carcajadas de paz eterna,
sigues, undívago, el curso,
aprobado con notable, llevando calma
a quien contigo tropieza.
Con paz de haber vivido largo,
bajas con la esperanza de tener
un testigo: El hombre de cemento.
Tú, carne de sabor blanco,
no sientes nada cuando todo
limpias.
Con margen o sin ella
corres, cual veloz galgo,
enseñando a hombres
que sólo hacer bien justifica
la muerte.
Ríos. Vena. Vena de la tierra,
casa de la lluvia
que se inicia con el hombre
que quiere ser como
el alumno de Juan Bautista.
Los dedos de Dios
Los labios del judío
se agarran a la lengua
de la pecadora
y la carne hace su trabajo.
¡Maldición!, ¡fuego!,
¡destrucción!
¡Ha caído la pecadora!
¡Ha sido sorprendida
sin bragas!
-Maestro, ¿qué pides
por ella con la ley en la diestra?
-La piedra primera
sea sobre ella,
pues ha pecado,
pero que sean de limpias manos.
Y alarga la suya Cristo
y escribe la Biblia
sobre tierras del desierto.