Jorge Pimentel
Lima 1944
Poeta peruano. Fundador del movimiento Hora Zero junto a Juan Ramírez Ruiz en los años 1970. Algunas de sus obras más destacadas son los poemarios Kenacort y Valium 10 (1970), Ave Soul (1973), Palomino (1983), Tromba de agosto (1992) y En el hocico de la niebla (2007).
Filamentos
A los niños que se esconden para comer
Qué hacen los niños del Perú deambulando por Lima
vendiendo caramelos. Qué hacen. Qué hacen. Qué hacen. Qué hacen.
Y me he olvidado de quién eres. Y me he olvidado quién soy.
Dos son mis ojos en esta fatal desocupación. Cuando veo
plata
veo sangre, y hay tres insolencias: la del dinero
la del sable y la de la ignorancia.
Riesgosas espectaculares contradicciones que exigen que
exceden
que rebalsan, que existen, riesgosas, circulares espectaculares,
situaciones bárbaras, expectantes, arropadas cuestiones,
nacionales ingobernables, muestras, no muestras, sí
declamadas,
que entrampan, no fáciles, inagarrables, no acordadas,
llamaradas
aglutinando nociones, exagerando, descompuestas
multinacionales
mugrientas maneras de sonreír, de dar pan, disponibles
notas,
puntiagudas nostalgias, de contener la rabia, la áspera,
atónita,
jijuna, putrefacta, rapaz áurea reactiva, de atrevimiento
molecular,
de células rotas, de dar, dar vida, cara tras la cara
cara tras la cara.
Riesgosas, alturadas, no llamadas, abrumadoras nostalgias
de quejas, endulzadas estas formas fruncientes que galopan
que golpean hasta que galopan, que pegan así, haz, eres así
así debiste, así serás, que trepidan así me caiga, así moriré,
ahitá; que simulan, que chocan, jalonando el amanecer, el
destello,
los filamentos que esta hora arrugada, cegada, cariada,
cerrada, arrugada, cariada, caray, quién no te quiere, aventada
a los techos menos provistos, mal vivir a las puertas, quién
no te quiere carajo, rota la jodienda, más tampoco, menos
hijos
menos comida, menos años, más jamás y menos té, menos
leche
menos un juguete y así morir en formas esquilmadas,
arrugadas,
morir rural, morir cívico, morir campesino, morir catecismo,
morir pueblo, morir arroz, morir aceite, morir harina,
morir micro
morir ómnibus, morir carne, morir beso, morir enfermedad,
morir sopa, morir pescado, morir tierra, pan, agua, morir,
trimorir
cuatrimorir, en años, en diciembre, en noviembre, en no
verdad,
en verdad, un verso pulposo, en el colchón, en el suelo,
desangrado,
morir en la risa, de costado, de frente, al amanecer, morir
de propina
de caridad, de sonidos, al anochecer, al atardecer violeta,
en la espina, a la vuelta, porque se cae al suelo, se cae al
suelo sin caer definitivamente
y sin morir sin sangre sin avisos
y sin sueño o con sueño y sin afecto y sin testigos de papel,
de tinta, testigos de sombras álgidas, asombrosamente,
asombrosamente penitente el poeta deambula en sombras
obnubiladas
sombras come niños sombras come ancianos, sombras
rapaces,
tétricas, masticacuhillos, masticanúmeros, feroces
números que se
descuelgan de húmero, de la fecha, de la nostalgia, de la
rodilla
del estómago, de las serpientes, de la culebra, del burro y
de la avispa
de los conejos y de la pus, comejenes corruptos, seres
impracticables que nos caen, que nos demuelen, cara tras
la cara
cara tras la cara, que piden, que eligen, cara tras la cara,
tu permanente silencio que exige tu atueliminación en
desórdenes,
en angustias enrevesadas que ilusionan cargas y agracias,
y el punto cojudo que una palabra interpreta, que una
palabra no dice
la laboriosidad de estos niños peruanos arremetidos
de chantajes en lúgubres espacios donde anidan crápulas
auscultándolos
con luz de esquina, y sin agua y sin hojas y sin viento
y sin alma y los jamanciosos fulgurantes soles los eluden
los enduermen
en lunas, en barandas de sol y caídas las medias, entreabren
suelas
que movilizan trompos y trapos, cometas y miel y se llaman,
y se llaman,
lavalunas, lavacarros, pasudiablos, boleteros, llenadores,
lustrabotas
canillitas, en adoloridas pausas, en gimientes dientes,
perdidos, enfermos por años, quién no te quiere mierda,
conchetumadre, adefesios sueltos, despedazados, pedazos,
ramillas de pasos racimos de melancolía, sudorosos,
enrumbando infiernos posibles, torturas impostergables,
en suciedad
que los acorralarán, corroborarán y encañonarán, corran
corran corran
la voz incierta de niños que, niños laboriosos que,
niños que me han enseñado en su pausa breve, el ansia
encanecida
que es la belleza del poema, sellada certeza de un oficio
que pide una médula espinal para quebrarla en un beso,
un beso que las horas alumbran en el sustento cierto e
incierto
de un hombre desocupado, de un hombre sin empleo y casi
al borde
de la conclusión.
(De Tromba de agosto)
El perro de la ciudad escarlata
Mientras los hombres cuando enferman acuden
a algún hospital los perros cuando enferman
se dirigen a los parques. Sin que nadie los vea
desaparecen, huyen de la civilización. No les gusta
ser compadecidos, aborrecen dar escándalo. Los perros
son orgullosos, piensan que Ud. debe guardar la mejor
imagen de ellos. Ágiles, alegres, moviendo el rabo.
Ud. mueve la mano, pronuncia su nombre y van donde
se encuentre. Comen lo que se les ofrezca
siempre están atentos al menor movimiento. Son cazadores
infatigables, y pueden llenarles las despensas.
Cuidan su casa de posibles asaltos, y muchas veces
ponen el pellejo por Ud. Son grandes nadadores y doy
por descontado que alguna vez lo rescató de un mar
embravecido. Y Ud. los luce sacándolos a pasear
con una correa atada al cuello. Y en retribución
le alcanzan el periódico, calientan sus pantuflas
su lecho y todo eso. Pero no todo es felicidad
asómbrese
Mis indagaciones me han llevado hasta tal punto
que le voy a contar un secreto
escuche
O no se le ha paralizado el corazón cuando
escucha los ladridos de un perro atropellado
yaciendo en la pista como un desconocido
hasta más no poder
y
muchas veces Ud. caminando por un parque habrá oído
gemidos de perro y se ha seguido de largo sin darle
mayor importancia al asunto
y
esos gemidos si Ud. se hubiera tomado la molestia
de averiguar, de indagar, son de perro enfermo, perro
llorando
de dolor, de impotencia, gimiendo entre matas de pasto
seco, amarillo, sudoroso, sarnoso, ya sin piel
agujereado por tanta calle larga y oscura, desangrándose
entre barro y moscas y plantas filudas y hormigas hambrientas,
y
seguramente se le ha ocurrido orinar y se ha dirigido hacia
unos arbustos, ha mirado a todos lados y ha meado,
y
sus meados han ido a parar, a la cabeza, a los ojos
con lombrices, al cuerpo llagoso de un perro que yacía
agazapado entre los arbustos
y
el sonido de su meado a Ud. le suena como vertiendo aguas
sobre una piedra. Y Ud. se aleja sin hacerse complicaciones
sin mirar y Ud. se aleja y un perro lo contempla y piensa
en que puede ser su amo, su confidente, su amigo
y
se esconde aún más, atisbado con sus ojos enterrados
cómo juegan los niños, cómo corren los enamorados
y se envuelven con las flores, el beso de los ancianos
que cambió todo lo previsto, en esa tarde de febrero
en la que los ojos de un perro agazapado en las acequias
eran mis ojos
pero si Usted
no lo supo jamás.
(de Ave Soul)
Un gato mordiendo una paloma
No escuchas el grito.
Las venas hablan en su vientre
Pujan los ardores y una extensa ala se agita.
El pico atrás desvestido, jadeante.
Una lástima sacude la apariencia destrozada.
En su lugar el disimulo y la discreta aurora
no dicen mucho, pero hablan de garrotazos interminables,
de segundos asaltos enfurruñando el cuello lastimado
los segmentos numerales pudriéndose la voz
alarmada en el error, sangrante la voracidad
tonificada de saltos, de sigilosas fibras ahuecadas
en el pálpito de la pasión consumada en sangre
en el hollín rellenado de besos ácidos
coludidos en el desgarramiento de once cadenas
y cinco sopapos, y siete látigos posados con extrañeza
bajo la sombra de la muerte.
(Inédito)