
Jean Jacques Pierre-Paul
Jacmel 1979
Poeta y médico haitiano residente en Chile. Escribe en español, creole y francés. Ha publicado Miroir en pierres lisibles (2007), Islas del futuro (2010), Delirium (2013), Fleurs d’existence/Flores existenciales (2014), Voces de mi voz (2015), Siete abismos sueltos y un hombre caminando (2017), Te escribo para dejar de morir (2017), Palabras errantes (antología, 2018) y una traducción al creole de Arte de Pájaros de Pablo Neruda (2019).
Sobre la soledad del pan
A los adultos mayores del Litoral Central
Dicen que el pan es una metáfora social.
El abuelo se sentó en la mesa
Mirando el pan que acabó de sacar del horno,
Dio gracias a Dios por la harina, el fuego y el sudor.
Miró la mesa y vio que el pan no estaba tan feliz como él.
Pensó que era porque había demasiado silencio.
Le habló elegantemente a su propia sombra.
Admiró un rato una ventana abierta
Y no se percató de que su casa
Se había convertido en una colección de ausencias.
No entendió el motivo de este desánimo
Hasta que tocó la puerta un viejo amigo,
Alentado por el olor y la soledad entró y se sentó.
De pronto el pan empezó a mostrar su primera sonrisa.
Cuando la tristeza del pan
Se hace tan palpable es imprescindible
Volver atrás y cuestionarlo todo.
El pan nunca es un pan hasta que sea compartido
La soledad del pan es la soledad del Hombre.
El significado de mi nombre
Cuando nací el mundo todavía no existía
te voy a contar el significado de mi nombre
cuando tenía diez años
le pregunté a mi madre
qué significaba mi nombre
ella sin mirarme decía siempre que no se acordaba
y que eso no tenía ninguna importancia
cuando mi madre no me quiere mirar
es porque en sus ojos está la verdad que yo busco
pues decidí insistir hasta que me contó lo siguiente:
en la cuidad había un hombre muy tímido
que se llamaba Jean Jacques
era conocido como vendedor de lluvias en ferias populares
el día que nací unas horas antes de que yo viera
la miserable luz del mundo
llamó por teléfono una voz grave, desconocida y preguntó:
¿se encuentra Jean-Jacques, el soñador?
y mi madre a pesar del dolor
tomó el aparato y contestó que no lo conocía
siete veces había vuelto a llamar
cada vez más insistente
mientras mi madre miraba la ventana abierta
como si la vida tuviera la forma de cualquier ventana
juntaba valientemente el cuerpo y el alma en un mismo aliento
gritando del más intenso y seductor de los dolores
cada contracción uterina me movía
hacia lo que los humanos llaman destino
la luz parecía un pájaro sentado en la orilla del futuro
y mientras yo salía del único paraíso
que se pueda conocer sin necesidad de morir
los perros intranquilos perseguían la sombra del sol
como pedazos de horizonte construidos para la ocasión
yo exploraba silenciosamente mi nuevo hogar
cuando volvió a preguntar la misma voz más obstinada y seductora
aló, disculpe las molestias,
¿está Jean-Jacques, el soñador?
y mi madre le contestó una última vez diciendo:
sí, acaba de nacer.
así fue como y cuando me pusieron el nombre
que tengo ahora y para siempre