Javier Llaxacondor
Lima 1982
Poeta y viajero peruano. Es autor de Pez del éxodo y el vacío, obra plástica basada en su relación con los lenguados y su vida como pescador.
Caballo patafísico
A Patricio Baeza, el último patafísico
Mira ese músculo de papel que no soy yo
pero debiera serlo
un trozo de ventana y suicidio que da al mar
Apenas una fuerza física que relincha y se equivoca
Que vocaliza y vaga
Ya grande cargaré al jinete
Y seré amigo del indio que a veces soy yo
Mi fortuna —un pastizal aladoHabita el mismo fango que me atrapa
No se trata de la libertad
Sino del músculo que se tensa y se reproduce
Que se apasiona o se mutila
El hacedor de una fuerza nunca es dios y tampoco es quien la evita
La fuerza de gravedad o de la inexistencia
Está aquí, aquí
Especialmente aquí
Y en ninguna parte más
Es el vientre donde todo se gesta y donde todo se destruye por
primera vez
Es el casco
Un caballo patafísico
Que siempre es otro
Uno que se apaga
Y otro que se queja
Falto de ingenio
Se recrea
Interminablemente
Como una condena
Pezuña de lo
improbable
Ley que rige todas las
excepciones
Ventana del asfalto
Mar envejecido
Huella de la
oportunidad
Que se pasea a sí misma
Cuadrúpedo de las
incoherencias
Tártaro gremial del
inconformismo
Potro de revoluciones
sin causa
Hambriento del rocío
lácteo de todos los
senos y del pastizal
Caballito patafísico, ¿a
dónde te has sacado a
pasear?
Olfato estético
Bruces diseñadas para el abismo
Tórax inquebrantable ante todo
tipo de pesares
Libertad con permiso de la fusta
Paso que hereda la infertilidad
Caballo patafísico
Dónde te has llevado a pasear
Experto en caminos sin salida
Príncipe del sendero desconocido
Lenguaje disléxico de los caídos
Equino vegano vendido en
oferta en las carnicerías de barrio
Caníbal de todas las pérdidas
Ángel de todos los cambios
Donde sea que te hayas ido
Ya nadie velará por ti en el
sendero inexistente
Del silencio
Culpa par odium exigit
A Claire, mi país
Odio solidario
como el abrazo de una parturienta
Odio que ronda tus ojos maternos
En la calle de las dalias
Donde un nuevo odio acaba de nacer en el jardín
Tus ojos iluminan
al propio odio de la noche
haciéndola especial
Asimilan odios nuevos
como proteínas que asimilan la ausencia
Milagroso odio el dolor
sagrado odio el dolor, preciosa artista
Ya bajo las sábanas
También con el placer
el odio se germina
Y confundes tu sudor con mi sufrimiento
Odio a la pared y al fluorescente
A los ojos que recién se abren
Para aceptar el rostro de la locura en cada espejo
Odio materno como un abrazo inmerecido
El nacimiento es siempre un retorno
Que flota con algas al centro de la culpa
Tu arte susurra odios a la burbuja de mi sangre
Y al pigmento que me oscurece
El odio es el único patrimonio que al final se hereda
Como el olor de los sexos
O como el sonido sordo del alumbramiento
No hay mejor lactancia que el odio para reforzar el amor
Y las ecuaciones matemáticas del horror:
Odia con cariño a tu patria para ser olvidado sin rencor ni identidad
¡Huye!
Tu odio es toda mi seguridad en el mundo
Y yo atento te escucho, artista máxima
Y yo te amo tanto como me odio
Y tienes toda la razón
Atento quiero parecerme a ti
A tus ojos artistas
A tus lunares cosmogónicos
Miro tus ojos que son lo mismo que la noche o el suicidio de un honor
(dos preciosos odios translúcidos como diamantes extraviados en la
ropa sucia o al fondo del gemido)
Son la fórmula láctea de lo que una vez se amó
Son el alumbrado público del hospital que se cae a pedazos
Son el pan con té de los cimarrones que hemos sido atrapados
O el blanco sobre el más negro de los amantes
Son la única calle por donde no hay que perderse
El color del que no hay que ser
El olor que hay que evitar
El hilo frío de la placenta sobre el estiércol
El beso solidario del azar
Tus ojos comprensivos
Son una profundidad física y coital
Que abofetea el faro descompuesto
Que guía mi viaje
Mi insignificante corazón de odio
Mi pequeño y distraído odio histórico
Qué es el odio sino otra forma compleja del amor
Artista máxima
A dónde te has llevado a pasear