No podemos pasarnos la vida despidiéndonos de la ausencia de nadie. Dada esta verdad categórica decidimos mandar a la porra el Premio Nobel alternativo e ir en busca de las necesidades urgentes de la gente de a pie. Esta semana, por ejemplo, atendemos el pedido clamoroso de Lucrecia Nogada, emprendedora gastronómica chilena, que ha sido víctima de la pérdida de un poeta que de un momento a otro desapareció. Bloqueó números, ghostió redes sociales y cambió de dirección. Nunca más supo de él. El poeta desaparecido se hizo humo como su responsabilidad afectiva ¿Los poetas son aptos para el amor? Con una mirada detectivesca e impulsados por la justicia del cahuin, buscamos al poeta desaparecido con todas las artimañas posibles. Rosa Espinosa , como no podría ser de otra manera, lo crucifica adelantando juicios de valor sobre su calidad humana. Como eso ya no nos sorprende, rescatamos su dato que somete este programa y las historias de amor al imprescindible Test de Bechdel. En poesíasinvergüenza nos llega desde Manhattan el poema de Rita Berg que nos manda un excelente poema confesional como si fuéramos el inicio de la expiación culposa que perdona la poesía y las tensiones extramatrimoniales. En la bitácora ruculista nos entregamos al servicio social a punta de falacias y maldades respecto a cómo desaparecer con más estilo que el ghosting barato y matonesco. Poeta ruculista , que solo te desaparezca la dictadura de turno o el olvido de tus lectores, pero nunca la cabronería pedante de la huida. |
Poesíasinvergüenza
Para no verte
No he intentado más que el amor
No bloqueé tu número,
No traté de olvidar
No borré las fotos que tomamos en abril.
Lo que pasa es que mi amor tiene un sentido de la justicia poco práctico para la poesía.
Para no verte no desaparecí, solo dejé de aparecer
Y agradezco tu reciprocidad en la materia.
Te extraño tanto que ni siquiera te extraño de verdad
Si no te he dicho nada es porque elegí la paz,
aunque el aburrimiento críe cuervos en ella.
Rita Berg, New York