Fernanda Martínez Varela

Doñihue 1991

Socióloga y escritora chilena. Ha publicado Ángulos Divergentes, La sagrada familia (2015) y El génesis (2019). Cursa un doctorado en Literatura y Estudios Culturales en Georgetown University. Es editora de Plaza Pública Magazine y el periódico literario Carajo. Ha recibido los premios Roberto Bolaño, Premio Literario UC, Premio Municipal Juegos Literarios Gabriela Mistral y el Premio Escritura Revuelta de la Universidad de Houston.

las muchachas pasaron

sin voltear a verme
ni pena ni asco nos das al voltear me decían
que te sea el amor breve, interrumpido coito
por una mosca que en tus nalgas mete la lengua
agradece que tus genitales bese sin escupirlos
sin deshacerlos en sexos, sin respirarlos antes
como un roce torpe que tiende a la corteza
los amores haces ineficaz e ineficiente
no eres ni vasta como insufrible
y se te aguanta por ternura
de quien daña la vista
hecha de carne
pero ellas rieron
al invitarlas a casa
al decirles hoy pesqué un pez
es mi cumpleaños, quisiera afecto
estoy sola y estoy solo, dos veces triste
y me siento dos veces feo, quise insistir
qué hermoso cadáver lucen de mañana

cuidar un pensamiento enfermo

requiere te adviertas caminando
herida de ojos, apuntar que nalgas
suben y bajan por las pupilas, tamaño
grande, chorrea el pensamiento adjetivos
posesivos: la quería para mí, para el desborde
de mis manos, para el goce de mi lengua
entrando y saliendo con otros idiomas
cuidarlo requiere
dejar que el pensamiento te posea
arranque las ventanas de la infancia
y al momento de verlo saltar por una
decirle «tú, por qué no vienes aquí
tengo lo que piensas
que tengo: una mujer
u hombre, una granja
con animales u objetos
que penetran a animales
animales que gimen de amor
como puertas que rechinan
si les partes la mandíbula
a besos»
cuidar un pensamiento
enfermo, requiere no dormir
más de lo justo, que erecta amaneces
por la mañana no escuches canciones
de amor son los caminos que van
a un muro de cemento, mantén
tu cabeza lejos de esquinas
el vértice donde dos
piernas se unen
en un pantalón
ajustado
cuidar
un pensamiento
enfermo, requiere
tu atención por los detalles
evitar conglomerados, un choque
de costra en el talón, no permitir
acerque su mejilla la muchacha
que amable en tus ojos sostuvo
el pensamiento por el cuello
y lo besó, como si fueses tú
al que besara, y ella el dios
al que reclamas «ven, baja
tu cabeza a mis rodillas»