Entre ética y estética preferimos esta última. De regreso desde una residencia literaria en España, la poeta mexicana Rocío Cerón nos señala que la poesía y la filosofía son hermanas gemelas y que la poesía puede ser amalgama de muchos nutrientes. En Poesíasinvergüenza, Diego Caro Zúñiga, desde Santiago de Chile, le canta a la luna que mengua y se goza en su oscuridad. La Bitácora Ruculista recurre nuevamente a Aristipo para afirmar que, más allá de la emoción o el pensamiento, el placer es el órgano fundamental de la poesía, pues si la verdad produce frutos, hay que ver las flores que produce la mentira.
Poesíasinvergüenza:
Luna, querida, nunca dejes de menguar,
Que cuando te ocultas por completo,
Las estrellas bailan en la oscuridad; y yo
Me embriago con ellas en la oscuridad.
Cuando, por el contrario, te muestras
entera, tu figura me ilumina
ocultando mi propia sombra;
proyectándola
fuera de mí, donde no me pertenece.
Cuando creces, querida Luna, me pongo
ansioso
porque contigo crecen también mis
emociones; y sabes,
no entiendo tan bien mis emociones.
Cuando menguas, en cambio, nunca me
dejas por completo
ni me colmas de intensidad; mis
pensamientos
se apaciguan sin nunca extinguirse.
Menguando, tu luz me guía sin cegarme y
Tu privacidad es tuya sin abandonarme.
Me gustas, Luna, cuando menguas:
aunque me entristezca tu marchitar, nunca dejes, por favor, de menguar.
Diego Caro Zúñiga – Chile