Ashle Ozuljevic

Coquimbo, 1986


Es filóloga y profesora de yoga, botánica aficionada, madre e hija.
Ha publicado el libro de cuentos Vidas robadas (2012, Chile); la novela
experimental/diario de viaje Anteojos de sal (2014, Chile); el ensayo El silencio
final: representación y gesto ante la muerte en Diario de muerte (2015,
Argentina); y los poemarios Tres (2016, Chile), Botánica (2020, España – 2023,
Chile), Tres cuartos (2021, España) y el libro de relatos Cartografía (Chile,
2022).
Participa de actividades interdisciplinarias conformando el colectivo poético-
musical-audiovisual Caos de Couve.

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Habría

De Tres cuartos (2021, España)

Cada mañana en ayunas, me bebo el jugo de un limón recién exprimido.
Se me hace agua la boca de sólo escribirlo.

A mi mami el limón no le gusta.
Condimenta con aceto las ensaladas, e inventa recomendaciones médicas que
prohíben el limón porque

‘te cocina el hígado’.

Quizá cuando pequeña le pasó algo traumático
o tal vez jamás le gustó el limón porque siente que la sangre se le adelgaza
y a ella le gusta que todo esté más bien
morrudito.
Si supiera lo que le pasó a mi mami cuando niña,
no escribiría
sino que correría a abrazarla,
porque de seguro hay episodios trágicos
que mamá ya superó y olvidó, como olvida todo
pero que a mí me dolerían igual
y me harían necesitar su cariño.

Hoy que escribo esto, mamá está de cumpleaños.
Está lejana y no está triste.
Yo no y sí.
No estoy de cumpleaños pero estoy triste.
Siempre lo estoy.
Mamá no tiene la culpa aunque lo pudo haber evitado.
Bastaría con decretar ilícita la tristeza.
Habría que exiliarla, convendría eliminarla del diccionario, tal vez.
Habría tantos modos…

bailar un carnaval sobre la mesa,
ponerse tacones rojos y estirar las piernas por encima de la cabeza, como
hacen en mi país,
en mi país que también es triste, en mi país del que me fui sin que me echaran
a patadas ni a empujones.

Mi país habitado por mi madre que hoy cumple años.
Mi país que no es mi patria ni mi nación.
Mi país sustantivo abstracto, sustantivo corrompido, tiranizado, torturado,
mutilado,
sustantivo entristecido.

Yo siempre estoy triste,
mamá tiene la culpa y no.
Habría que decretar ilegal tener hijos tristes.
Habría que calcinar los óvulos tristes, los espermatozoides tristes
antes de que sean fecundados y germinen, habría

Habría que saber
cómo encontrar el modo
de hacerle comer limones a mamá.

De Botánica (2020, España – 2023, Chile)

NOTHOFAGUS

Papá
no quisiste ser árbol bandera
¿por qué?
El Nothofagus pumilio alcanza los 30 metros de altura y su follaje caduco,
como tu cabello ahora que envejeciste y te has tornado suave,
se pierde en invierno.
El Nothofagus betuloide tiene un tronco de hasta 120 centímetros de diámetro,
papá,
no pierde jamás el verde color
y hermosea las calles del pueblo que bajan hasta Bahía Inútil

¿por qué no Nothofagus antarctica?
que como tú
soporta condiciones inhóspitas
conformando bosques
los bosques caducifolios de desnudas banderas patagonas
que parecieran no representar a nadie
fotografiados por la muchedumbre que llega al archipiélago
gente a la que le producen gracia
porque están torturados de manera sistemática
como tú
o tus vecinos
como casi todo el que abre la puerta

de cada casa en este país.

Los ñires tienen perfumada hoja dentada irregular
llena de antocianina para hacer estallar la tundra de colores
hasta perecer en invierno

y hacer más austera aún la pampa

detienen,
así,
el tiempo
pero cuando allí se dice tiempo se dice viento y cuando se dice viento se dice
tempestad y se dice olvido susurrando que la única manera de salvarse es
lanzarse al agua gélida
o el invierno blanco te carcome la cabeza y no hay salida si naciste en una isla
allá
donde las mujeres tienen Doseras uniflora en sus humedades
dotadas divinamente para atrapar insectos u hombres
lo que primero sea atraído por la melosa del único lugar tibio que encontrar en
la cerrazón

¿por qué no quisiste más dormir en la blanca turba briofita, papá,
por el fantasma del gaucho Hilacha o
por el As de espadas, muerto entre los fardos de lana ovina?

ellos tampoco quisieron ser bosque

ni quisieron seguir buscando Rubus geoide o Berberis buxifolia
cuya leyenda seguimos desde niñas como verdad absoluta
olvidándonos que nos endurecemos
cada vez que cruzamos el Estrecho magallánico
cada vez que, emocionadas,
vemos los pacientes bosques en miniatura
conformados por Sphagnum,
Chilliotrichum diffussum y chauras
olvidándonos que el islote nos pone violentos
y vulnerables
cada vez que estiramos la mano para coger calafate
un fruto doloroso y dulce
espinoso y sanguíneo
equívoco
sublime

como todo lo que crece allá
en tu tierra.

De Elementos: apuntes para la reelaboración de mi inconsciente (inédito)

III

Si la pregunta es cómo voy a conocer eso
cómo voy a conocer-lo
la pregunta es
cómo voy a conocer-me

Se abren los caminos no se oye bienvenida ni fanfarria
pero se bifurcan los modos si la pregunta se formula
si decides conocer.

Optas: “yo misma”
y lees tu biografía
pero nada
la escribes la corriges llenas de imágenes las páginas de tu diario

pero
nada
te radiografías te endoscopías te ecografías te sacas sangre te testeas el ADN
te autopsias
pero nada;
te sacas el tarot la carta astral y las runas te psicoanalizas e hipnotizas te
entregas a regresiones y vidas pasadas test ayurvédicos y purgaciones
venenosas bebes decenas de litros de ayahuasca comes todos los psilocibios
que encuentras
pero nada;
te enamoras
nada sobre nada;
te duermes y te sueñas
imprecisa mancha blanca que atraviesa el polo
antorcha que alumbra la cueva
ahí

ahí
en la sombra que se produce ves una mácula las
partículas de polvo que no reflejan luminiscencia
ahí
en la penumbra concebida por la luz
en la oscuridad
comienzas a distinguir

algo.


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